lunes, 29 de octubre de 2012

La noche del Sandy

Noche de lunes 29 a martes 30 de octubre…
Finalmente esta noche ha llegado el huracán. Sobre las ocho de la noche, todo eran nervios y en las noticias recomendaban a todo el mundo que no se moviera de casa. No sé cuantas veces oí ayer la frase “please, lady, have a safe day”.  Tenía muy claro que no podía moverme del hotel así que decido bajar al restaurante del mismo para cenar alguna cosa. Ya en el restaurante, la luz empezó a ser intermitente, clara señal de que Sandy se estaba acercando. Había mucha gente esperando mesa, pocos camareros así que pensé que lo mejor era volver a subir a mi habitación, y degustar el sabroso sándwich que estaba esperándome. Al poco rato, me quedé sin luz y el viento que golpeaba el cristal de las ventanas era cada vez más fuerte y rugía con mayor intensidad.
Ya en la habitación, decido abrir la puerta de mi habitación para que por lo menos, la luz de emergencia del pasillo me ilumine algo. No tengo velas ni tampoco linterna, así que únicamente me ilumina la mini luz que me dieron en el hotel. 

La pequeña luz de la que dispongo para manejarme en la habitación
A los pocos minutos, recibo visita. La mujer que está "viviendo" en la habitacón junta a la mía me ofrece un "ballon" de agua. Me dice que ella tiene dos y que le sobra uno. Le digo que no hace falta, que de momento tengo embotellada suficiente. Le doy las gracias. Siempre hay gente amable. Me ofrece también una mini vela, como las de Ikea, y que así tendré por lo menos luz durante cuatro horas. La acepto. Yo le ofrezco galletas con chocolate. Me dice que le encantan así que se lleva unas pocas. Al cabo de una media hora, aunque no sé bien bien cuánto tiempo pasa, conozco a otras dos chicas, “viven” en la habitación que está enfrente. También ellas tienen la puerta abierta y pasan el rato charlando. Una estudia en la New York University (que está muy cerca de aquí), y la otra ha venido de visita justo estos días. Mala suerte también la suya. En fin, entre charlas y demás se hacen casi las diez y media. Antes de acostarme whastappeo un poco, todavía funciona la conexión wifi y aprovecho para intercambiar mensajes. Me gusta y me acerca a Barcelona un poquito. No tengo luz ni tampoco televisión. Ya es mala suerte la mía. Toda la tarde siguiendo las noticias y justo ahora, me quedo sin poder seguir la que aquí ya han calificado como la “Frankstorme”, haciendo un guiño a Frankestein. Sin mucho más que hacer, decido irme a dormir. Miro de nuevo por la ventana. El viento agita fuertemente las ramas y en el cielo, unos nubarrones me parecen el huracán. No veo mucho más, pero el ruido del viento azotando en las paredes es fuerte…
Me acuesto pensando en las bolas que están en la terraza de enfrente y de las que os hablaba ayer...

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