viernes, 2 de noviembre de 2012

After the storm, two Manhattans

1 y de 2 de noviembre en New York

1 de noviembre
Me despierto temprano. Esta noche ha hecho más frío y suerte de la manta que he podido poner sobre el edredón. Bajo a desayunar a oscuras. El mismo ritual de los dos últimos días. La gente del hotel, majísima. Están haciendo todo lo posible para que la estancia sea lo mejor posible, pero la situación es ya más que precaria. Salgo decidida a encontrar lo que sea para alojarme y que me permita cambiar de aires. Cojo un taxi. En los semáforos, el taxista aprovecha para leer la prensa. Me fijo en uno de los títulares "Frankenstorm".


Las consecuencias del huracán en la zona de mi hotel son más que evidentes:

Varios coches eléctricos aparcados sin poder funcionar debido a la falta de electricidad. Ya llevamos tres días así y la gran noticia de hoy es que parece ser que hasta el lunes, no habrá electricidad.

Coche enchufado a la corriente, esperando que vuelva la electricidad

Las basuras también empiezan a acumularse en todas las casas de esta zona. Las condiciones, pues, cada vez son peores y salgo del hotel decidida a retormar la búsqueda de un hotel que tenga luz, calefacción y agua caliente.



Y me parece encontrar las mismas personas que ayer recargando los teléfonos y móviles en generadores que algunas tiendas han conseguido, e intentado tomar algo caliente que les haga entrar en calor. Inicio mi ruta habitual hacia el upper-side de Nueva York.


En negro, la línea que marca la zona con o sin luz.

En rojo, el camino por la 5th Avenue; en verde, tomando Brodway hacia Union Square. En esta ocasión, me decido por este último y así, tendré excusa para pasra por el Fish Eddy, que está en Broadway. No tienen luz pero han abierto igualmente. Y como lo mejor es poner buena cara al mal tiempo, han tenido una buena idea. Dejar que la gente escriba lo que quiera, y en la lengua que quiera, en unos post-it que luego van colgando en el escaparate. Me parece genial. Me sumo a la iniciativa con algunas frases en catalán.






Al poco rato, la taza que hasta este momento había presidido el escaparate central, queda eclipsada por los cientos de post-it escritos por los anónimos que, como yo, pasamos por aquí.



Al pasear por esta zona no parece que estés en Nueva York. Muchos comerciantes abren a pesar de no tener luz. Ya llevan tres días sin abrir y sin lugar a dudas, los negocios se resentirán mucho. Es constante encontrar gente anunciando sus negocios abiertos.


Llego a la 5th Avenue con la 34 y empiezo a ver edificios con luz. Tras preguntar en varios hoteles, en uno me dicen que acaban de tener una cancelación y que la habitación es mía. No lo dudo ni un segundo. Está en la 39. Perfecto. Justo en el límite. De hecho, las tiendas que están justo enfrente del que será mi nuevo hotel están todas cerradas, algunas porque no tienen luz, otras porque no tienen empleados para poder abrir.

Nadie diría que esto es la 6th con la 38, casi no hay tráfico y son las dos de la tarde

Regreso de nuevo a mi hotel. Les explico la situación en recepción y entienden perfectamente que me marche. Hago las maletas y al poco rato, estoy subida en el taxi que me lleva hasta la 39. Aquí sí, tengo calefacción, luz y agua caliente. Paso el día explorando los alrededores del hotel, aunque realmente estoy cansada puesto que el día ha sido algo estresante. Son poco más de las diez pero decido acostarme.

2 de noviembre
Como en los últimos días, me levanto temprano. Sin embargo, el panorama es muy distinto. He domido en una habitación con luz y calefacción y podré ducharme con agua caliente. De hecho, demasiado caliente pues al no poder regularla demasiado casi me quemo. Bajo a desayunar y en mi hotel, decenas de runners que están desayunando tras haber hecho ya seguramente su entreno matutino.

Hoy dedicaré el día a visitar la zona de Chinatown y el Ground Zero. En ambos casos se trata de zonas plenamente afectadas por el huracán y quiero ver cómo está la situación allí. Salgo del hotel sobre las once y en poco más de hora y cuarto estoy allí. En esta ocasión decido bajar por Park Avenue. La realidad es la misma que en los días anteriores. Al llegar a la 34, todo cambia. En Union Square, encuentro un camión que abastece de electricidad a todos aquellos que deseen recargar de manera gratis teléfonos, portátiles, etc.


En algún momento, son más de cincuenta las personas que están recargando sus dispositivos




En Chinatown la situación es realmente preocupante. No tienen luz, ni tampoco agua. Muchos de los comercios están cerrados. Algunos otros, han montado una especie de paradas en la calle para atender a  los pocos clientes que se acercan.

Carteles que avisan que a pesar de no tener luz, la tienda está abierta

En la calle, una especie de picas abastecen de agua a quienes la necesiten.


Los comercios están todos cerrados y no hay casi coches. Me pongo en medio de la avenida de Brodway y saco cuantas fotos. Es una situación inverosímil poder estar en la calle Broadway, en el centro sacando fotos y sin ningún coche circulando.  



Aprovecho para sacar algunas fotos de los típicos edficios neoyorkinos con las escalares fuera. Siempre me han gustado y en esta zona de la ciudad abundan.

Tras dos horas de caminata, llego al Ground Zero. Todavía están construyendo las torres que sustituirán las torres gemelas. Me intentan vender un libro con los datos básicos del proyecto, que incluyen dos torres más además de las que ya están alzando.



Drenando el agua de la zona cero, después del huracán Sandy

Después de pasear por toda la zona, regreso hacia el upper-side. En la zona del downtwon las consecuencias del Sandy son terribles. Lo peor, es que mucha gente del upper-side seguramente vive ajena a las duras condiciones de esta otra zona que, a lo más, está a unos diez quilómetros.

Regreso al hotel. Hoy el día ha sido duro, y especialmente ver toda esta zona que todavía está sin luz y en la que los comercios han abieroto aunque en pésimas condiciones para por lo menos intentar ganarse.

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